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Foto: Thomas Hanses |
Viena es todo arte, un curso acelerado de la historia del arte. Las colecciones de los emperadores austrohungaros, los edificios neoclásicos, las casas de los compositores mas famosos de la história de la música, los jardines, todo en un ambiente relajado que invita a recrearse en sus placeres.
Todo lo contrario de la canción de Israel, de las mas animadas del festival, pero con una interpretación bastante deficiente por parte de su representante. Tengo dudas de que pase a la final, tiene a su favor se una canción rítmica en un mar de baladas melódicas, pero es su única baza. Sin embargo Letonia ha creado un ambiente muy acogedor en escena, con bastante gusto, me ha sorprendido un poco, pues no esperaba mucho de este ensayo.
El siguiente ensayo ha corrido a cargo de Azerbaiyán, que nos ha sorprendido pero negativamente. Mas que sorprender, extrañado. Normalmente este país caucásico nos sorprende con una novedosa puesta en escena. En esta ocasión han desarrollado una anodina presentación en mi opinión nada acorde con la canción. La representante de Islandia se pone un tu-tu para interpretar su canción. Un ensayo que ha dejado entrever que aun queda bastante trabajo y aunque la canción es bonita, ha dejado entre ver que el resultado final de la actuación podría no favorecer su clasificación.
Suecia es una de las favoritas y no ha defraudado en el ensayo de hoy. Mäns aparece totalmente solo en el escenario, lo cual no termina de convencerme. Quizás solo con él baste. Con él y con todo un ejército de muñequitos que aparecen proyectados sobre una pared negra. Llega la cantante de Suiza subida en un pedestal con una túnica negra semitransparente de la que se despoja en cuanto rompe la canción. Es entonces cuando se queda con un vestido blanco de cuerpo de brillantes. La canción con poca fuerza.
En el ensayo de Chipre vemos al representante con traje negro y pajarita, completamente solo en el ecenario. Todo queda un poco soso en pantalla, como la propia canción, una balada sin máximas pretensiones. Una de mis canciones favoritas de este año es la de Eslovina, Ella lleva un vestido blanco de redecilla y unos cascos de audio en la cabeza. El vestido es bonito, el detalle de los cascos me parece original pero no termina de convencerme. Su marido está al piano y una bailarina figura que toca el violín sin tener uno, algo que tampoco me satisface demasiado. Además el sonido, al menos hoy, no me ha parecido el mejor posible. Demasiados puntos en contra para una canción muy buena, una pena. La balada de Polonia, es quizás demasiado lenta y monótona para el final del festival. Ella va con un vestido blanco, largo y de tela ligera con detalles dorados y le acompaña un pianista tocando un piano blanco. Ella, como es natural sentada en su silla de ruedas en el centro del escenario.
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