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Hemos comenzado la odisea de Eurovisión 2014. Y digo bien, odisea, porque ya se está convirtiendo en tradición los periplos y desorganización que nos esperan los primeros días al llegar a Eurovisión.
El centro de prensa es un Oslo 2, en el tema de las mesas, es literalmente, ya que son las mismas, que además usaron en Malmö el año pasado. Pero es que además el suelo entarimado sobre, si, palets es la misma técnica utilizada en Oslo. Quizás sea práctivo, rápido y barato, pero todo se mueve cuando alguien camina por la sala. Pasaba en 2010 y vuelve a pasar aquí.
Todo el centro de prensa y aledaños son carpas, en las que hace un calor infernal. Tanto es así que pensamos que por los tubos de ventilación va aire caliente en lugar de frío.
Lo que más me ha sorprendido es la mala comunicación del complejo eurovisivo con el centro de la ciudad. Hay autobuses cada 60 minutos (pasable) pero que tardan desde su origen a destino otros 60. Es decir tardamos mas de una hora en llegar desde nuestro apartamento hasta aquí. Además el entorno está sin asfaltar (reminiscencias de Bakú), lo que dificulta la llegada a pie, si como en mi caso vienes con maleta de ruedas.
La otra sorpresa es la poca preparación de los voluntarios. No saben nunca nada. Ni a qué hora sale el autbús, ni por dónde pasa, ni qué alternativas tienes, etc. Pero no sólo es que no lo saben, es que lo que saben, lo saben mal. Yo he tenido que corregirles en los horarios de algunas cosas. Un poco desastre.
Al menos sabemos que el interior (que aun no hemos visto) es espectacular y que una ciudad como Copenhague tiene mucho que ofrecer, pero en lo que a logística se refiere...
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